hier l'oiseau veuve pajáro viuda ayer |
© Florence Vanoli, 2008
© Aurora Cuadrado Fernandez, traduction © Arte Activo Ediciones, colección Menhir poesía, 2008 ISBN : 978-84-935520-9-1 |
MORDIENDO EL CIELO, préface de la poète Angela Serna |
En francés, como en español, "pájaro" es siempre masculino y "viuda" femenino. La fusión de ambos, en lo que de entrada se interpreta como un error gramatical, responde a la creencia de la poeta de que "interiormente masculino y femenino cohabitan siempre." Esto es precisamente lo que quiere plantear con este título.
Florence Vanoli sigue sus propias reglas que van mas allá de la gramática y, desde su personal manera de relacionarse con el lenguaje, trasforma los géneros, anula barreras funcionales, genera, articula y mide con normas impuestas por la existencia desde sus pulsiones, arritmias, taquicardias..., avanzando o retrocediendo desde la grieta, el abismo, la oscuridad, sorteando siempre todos los obstáculos. Podríamos preguntarnos ¿por qué ayer? Y la respuesta nos la da el propio peomario: porque la vida sigue a pesar de nosotros mismos. Y porque si existe un ayer, tal vez existan también un hoy y un mañana. Los versos de Florence Vanoli reunidos en este poemario nos ponen en contacto con una poeta que escribe desde la entraña misma del lenguaje: ese lugar marcado por la incandescente lava de la experiencia, |
de la memoria, desde la fisura, la cicatriz: las marcas de la vida.
Multiplicando las posibilidades del lenguaje, asumiendo el riesgo de metáforas atrevidas y de una sintaxis fracturada, Florence consigue hacer de la palabra el instrumento perfecto para trasladar a la superficie del papel as diferentes rutas de un viaje que muestra sus escalas desde la profundidad del ser y del estar. Para Florence Vanoli la poesía es "una vela en una habitación, el momento en que soplamos esa vela y todo se vuelve negro : la habitación, el mundo, la vida." Y escribir es "componer con esa obscuridad, buscar a tientas, buscar a tientas, avanzar, renunciar o simplemente atreverse". Poco importa la caída, la poeta se aferra al bolígrafo como si fuera una mano capaz de depositar en la página un "lenguaje lleno de cenizas..., de ángulos líquidos, de alas, como si vivir fuera una catástrofe natural o un milagro cotidiano." Pájaro viuda ayer está escrito en esa habitación donde el verso, sometido a un movimiento cambiante, hará del lector ese "hombre solo que camina mordiendo el cielo." Un lector que deberá decidir, desde su propio aliento, qué rumbo tomar en este itinerario que partiendo del ayer le permitirá, por qué no, encaminarse hacia un mañana incierto, desconocido, tan desconocido "que devora". |